El hombre se acerca a paso largo, la sonrisa amplia, la voz amplificada por su propio orgullo, y ofrece un saludo informal, puño contra puño, amigable desde esa amplia sonrisa y desde las palabras. El hombre, zapatillas deportivas blancas, pantalón azul y camisa con los colores de su bandera, abre el Palacio de Miraflores para recibir a quien le obsequió alegrías impensadas hasta hace no tanto, ayer nomás, cuando en ese país, para ese deporte, sólo se hablaba de cenicientas y de resultados hechos ceniza. «Esta es la espada que le dieron en el Perú a Bolívar. ¡Qué hermosura!», alaba el anfitrión, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, al enseñar la historia presente y pasada del salón. Y César Alejandro Farías Acosta, el invitado, otra amplia sonrisa y el orgullo propio, que mira, que observa. Que agradece. Y que sueña. «Al presidente lo veo con muchos deseos de seguir ayudando al fútbol. Incluso anda con serio interés de querer nombrar al fútbol también como deporte nacional», dice Farías, entrenador de la selección vinotinto que consiguió el histórico cuarto lugar en la última Copa América.

El encuentro, a horas del inicio del cumpleaños de Chávez -ayer festejó 57-, tuvo la actuación de la selección como referencia y el futuro como objetivo. «Es muy bonito que una actividad como esta, que nos alberga a todos, pueda seguir teniendo los espacios importantes en la sociedad», comentó el entrenador, interesado, como el presidente, no sólo en su actividad sino en todo el deporte venezolano. Eso confió Héctor Rodríguez, ministro del Poder Popular del Deporte, al asegurar que el técnico consultó sobre los avances de la nueva Ley del Deporte, que fue aprobada casi en su totalidad el martes por la Asamblea Nacional. No es un dato menor para Venezuela. Ni para Chávez, quien ya cosechó algunas (cuantas) críticas. Especialmente una: la que tiene como punto de partida la intención de crear el Fondo Nacional para el desarrollo de la actividad física y el deporte, que prevé el aporte del 1% de los ingresos brutos anuales de empresas «públicas y privadas que realicen actividades económicas en el país con fines de lucro», con ingresos netos anuales «que superen las 20 mil unidades tributarias».

Es, como viene ocurriendo en Venezuela y no sólo allí, una puja entre el Estado y las empresas privadas, siempre reacias a dejar parte de sus ingresos al control estatal. Justamente ese punto, el artículo 66 que crea el Fondo, fue uno de los que quedaron fuera de la aprobación de la Asamblea: fue, no casualmente, pospuesto. «La idea es que las empresas tengan la potestad de que ellos mismos aporten a las ligas o equipos que consideren, sin necesidad de que estén atados a aportar al fondo», explicó Miguel Pizarro, diputado de la Mesa de Unidad. Para el legislador, como para muchos otros, el punto es cuestionable desde la obligatoriedad contributiva y desde la utilización de los recursos (sería desde el Instituto Nacional del Deporte, un organismo descentralizado, adscripto al Ministerio). Pretenden, los críticos, dejar los aportes librados al interés de cada uno, algo que atenta contra la idea original: destinar el dinero para financiar «planes, proyectos y programas de desarrollo y fomento (…) en las comunidades con bajos niveles de desarrollo de actividad deportiva, así como para la atención integral de los atletas y las atletas.»

La Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), el deporte más popular en ese país, fue una de las instituciones que protestaron por la injerencia del Estado en la distribución de fondos para el desarrollo del deporte. Según la oposición, habrá un descenso en el aporte para algunas actividades por la necesidad de financiar las otras. Es, claro, la intención: financiar actividades deportivas que no son de interés económico privado. Es, de hecho, lo que se busca con la Ley Orgánica del Deporte, Actividad Física y Educación Física: que sea accesible para todos. Según los principios de la Ley, se busca establecer las bases para que el deporte y la actividad física sean «servicios públicos, por constituir derechos fundamentales de las ciudadanas y los ciudadanos». También sostiene que es «un deber social del Estado».

Otro punto de conflicto partió a raíz de los artículos 45 y 48, también pospuestos en su aprobación. Hablan, esos, de la inclusión de los atletas en las decisiones que tengan que ver con la elección de autoridades en diferentes asociaciones. Asunto sensible: ¿cuánto peso tendrá el voto de los deportistas?

Estos puntos están siendo analizados estos días en diferentes comisiones, y la próxima semana la oposición, que quiere dejar atrás la implementación del Fondo tal cual está propuesto, buscará el apoyo de las ligas profesionales y del Comité Olímpico local para lograr un consenso que permita aprobar modificaciones. Se habla de «nuevas cargas» que tendrán que asumir las empresas. Se quejan del proyecto por «desconocer los costos de las empresas». Se lamenta la posible «merma en las ganancias», e incluso se presupone una «rentabilidad cero».

Suena conocido. Son algunos privados contra el Estado cuando este quiere distribuir en acciones para la gente. Es allá. Como acá. Es.

 

Publicado en el diario Tiempo Argentino el 29 de julio de 2011